25.- Valientes mamarrachos.

Está de moda atacar a la Iglesia Católica. Algunos mediáticos con audiencia se tiran el pegote y se muestran chulos a sabiendas de que su vida, sí, su vida, no corre peligro.

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Opinar sobre la Iglesia y religión católicas se ha convertido, por parte de algunos, en un ejercicio de notable valor. Dentro de lo que es y representa la libertad de expresión, las opiniones ayunas del respeto debido a las creencias de millones de personas, dentro y fuera de España, no son coherentes con las grandilocuentes palabras que exigen diversos modos de tolerancia hacia las ideas y opiniones de los propios voceros emisores. Almodóvar, Ramoncín, Sardá, Goma Espuma y tertulianos "especializados", los guionistas, y los actores que tragan, de la serie "Los Serrano", etc... vierten opiniones ofensivas (totalmente exentas de tolerancia) para las creencias de los católicos. Creen que son valientes expresándose así pero jamás he oído la más mínima crítica a otra religión, tan respetable, como la musulmana, por ejemplo. Claro que algún musulmán con autoridad puede que esté dispuesto a dictar una fatwa, y que un propio la lleve a cabo degollando sin contemplaciones al que se expresa con tal libertad. Visto lo visto resumo, estos valientes son unos solemnes cobardes.

24.- Hospital Militar Gómez Ulla.

Cuando se publicó esta carta el Hospital Militar Gómez Ulla acababa de cambiar su nombre por el de Hospital Central de la Defensa. Gómez Ulla se había perdido por el camino.

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El 24 de noviembre se cumplen 59 años de la muerte del insigne médico militar doctor Gómez Ulla acaecida en 1945. Honró el hospital militar ubicado en Carabanchel (Madrid) que fue denominado con sus apellidos. Los entonces modestos pabellones del hospital albergaron una generación espléndida de médicos militares que marcaron al mundo las directrices del tratamiento de heridas de guerra. Fueron precursores y maestros de la magnífica sanidad militar actual, líder en cirugía de campaña, reconocida en todo el mundo por su preparación profesional tanto en el ámbito civil como en el militar.
Con el tiempo la sangre presupuestaria separada de otras urgencias, el sudor y a buen seguro las lágrimas de sus promotores hicieron que aquel austero hospital se convirtiera en el de nuestros días, orgullo de la sanidad en España y envidia de muchos ejércitos extranjeros.
Que el probable destino de tan especializado hospital para situaciones de conflicto sea su oferta en almoneda, no justifica, que habiendo cambiado su denominación a Hospital Central de la Defensa, se haya eliminando la entrañable dedicatoria, "Gómez Ulla", unida desde hacía tantos años al hospital.
¿Qué objeción había para seguir manteniendo el homenaje a tan ilustre médico militar?
Espero que la memoria de todos, en especial la de los militares y sus familias, remedie la ausencia de sensibilidad demostrada nuevamente por el responsable de Defensa que en cuanto cese será de inmediato olvidado.

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Nota.- No puedo precisar cuando pero bastantes, bastantes, meses después se ha corregido este dislate.